¿Que dice Jesús de mi?

El pasaje de Juan 8:1-12 nos presenta uno de los momentos más impactantes de la vida de Jesús: la historia de la mujer sorprendida en adulterio. Este episodio revela el inmenso amor, gracia y compasión de Cristo, quien nos enseña que más allá de nuestros errores, hay perdón y redención. Acompáñame en esta reflexión sobre lo que Jesús dice de nosotros a la luz de este evento.

Según la ley de Moisés, la mujer sorprendida en adulterio estaba destinada a morir apedreada (Levítico 20:10). El adulterio, considerado un pecado grave, afectaba tanto el cuerpo como el alma, destruyendo relaciones y provocando consecuencias devastadoras. Los líderes religiosos de la época, fariseos y escribas, traen a la mujer ante Jesús, esperando que Él avale la condena. Ellos pretendían utilizar este caso para tender una trampa a Jesús, intentando poner a prueba su autoridad y sabiduría.

Antes de estos hechos, Jesús se encontraba en el monte de los Olivos, un lugar que utilizaba para orar y meditar en la presencia de su Padre. Este espacio de paz y quietud nos enseña que la oración y la conexión con Dios son fundamentales para enfrentar las dificultades. En momentos de crisis, debemos encontrar en la oración nuestra fortaleza, como lo hacía Jesús.

La historia de la mujer adultera nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas. ¿Qué sucedería si fuéramos sorprendidos en algún pecado como mentir, robar o ver pornografía? Muchas veces, la vergüenza y el temor al juicio nos paralizan. Pero Jesús, a diferencia de los acusadores, no está aquí para condenarnos, sino para ofrecer perdón. El adulterio es solo un ejemplo, pero la realidad es que todos somos culpables de algún pecado. ¿Qué haríamos si nuestro error fuera expuesto ante los demás?

Jesús actúa con misericordia al perdonar a la mujer, librándola de la muerte que la ley dictaba. No solo la salva de una condena física, sino también espiritual. Esta es la esencia del mensaje de Jesús: Él vino para liberarnos de la muerte espiritual causada por nuestros pecados. Así como esa mujer fue perdonada, nosotros también tenemos la oportunidad de encontrar vida nueva en Cristo.

Al detenernos a pensar en por qué esta mujer cometió adulterio, podríamos especular que buscaba llenar una necesidad emocional. Quizá deseaba sentirse amada, valorada o aceptada. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Existen situaciones similares en nuestras vidas o en nuestros hogares? A menudo, el pecado es el resultado de intentar llenar vacíos con cosas que no provienen de Dios.

Otra pregunta válida en este pasaje es: ¿Dónde estaba el hombre con el cual se cometió el adulterio? Según la ley, ambos eran culpables, pero solo la mujer fue presentada para ser juzgada. Este detalle nos recuerda las injusticias y desigualdades que a veces ocurren en la sociedad, pero también nos enseña que el juicio final solo le pertenece a Dios. Él es justo y sabe todas las cosas.

En el versículo 7, Jesús pronuncia una de las frases más conocidas: «El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra». Estas palabras confrontaron a los acusadores, quienes uno por uno dejaron caer las piedras y se marcharon. La Biblia hoy nos confronta de la misma manera, mostrándonos nuestros errores y nuestras malas decisiones. La mujer tomó una mala decisión que casi la llevó a la muerte, pero Jesús la rescató.

Jesús no solo perdona a la mujer, sino que la invita a una nueva vida: «Vete, y no peques más». Esto nos muestra que el perdón de Dios no es solo para evitar el castigo, sino para que vivamos una vida transformada. Hemos sido llamados a ser instrumentos de Dios, llevando su mensaje de amor y restauración a otros. Nuestro propósito en la vida es usar bien las oportunidades que Dios nos da, evitando el pecado y buscando siempre agradarle.

Cuando Jesús pregunta a la mujer: «¿Dónde están los que te acusaban?», está subrayando un principio profundo: en Cristo encontramos libertad del juicio y la condenación. El diablo constantemente nos acusa, recordándonos nuestros pecados y errores, pero hoy es Dios mismo quien nos defiende. Si vivimos, es para enmendar nuestros errores, y debemos tener plena consciencia de lo que significa la vida.

Hoy, Jesús nos dice lo mismo que a la mujer adultera: «Tu vida es valiosa, no peques más». Desaprovechar la vida es elegir el camino del pecado, pero aprovecharla es vivir conforme al plan que Dios tiene para nosotros. La gracia de Jesús nos da una segunda oportunidad para corregir nuestros errores, sanar nuestras almas y vivir plenamente en su propósito. No permitas que las malas decisiones te conduzcan a la muerte espiritual. Hoy es el momento para vivir al máximo todas las oportunidades que Dios nos ofrece.

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