El pasaje de Mateo 25:31-46 nos presenta uno de los temas más serios de la enseñanza de Jesús: el juicio final y el destino eterno de las almas. Jesús, en este pasaje, deja claro que llegará un día en el que Él regresará con gloria para juzgar a todas las naciones, separando a los justos de los malvados. Este es un llamado urgente para que cada uno de nosotros examine su vida y tome decisiones que nos conduzcan a la vida eterna y nos alejen del castigo eterno. Veamos cómo este pasaje nos advierte sobre el peligro del infierno y nos enseña a evitarlo.
El versículo 31 comienza con una impactante imagen: Jesús regresando en gloria con todos sus ángeles para sentarse en su trono de gloria. Este será el evento más grande y significativo en la historia de la humanidad. No habrá escapatoria, todos seremos reunidos ante su presencia para ser juzgados por nuestras acciones y decisiones. La Biblia es clara en afirmar que todos daremos cuentas de nuestras vidas ante el Hijo del Hombre.
Este juicio no es un juicio parcial o limitado, es un juicio que abarcará a todas las naciones. Nadie estará exento de comparecer ante Jesús para ser juzgado.
Una vez que todas las naciones estén reunidas, Jesús hará una separación. Los justos serán colocados a su derecha y los malvados a su izquierda. La metáfora de las ovejas y los cabritos ilustra la diferencia entre quienes han vivido de acuerdo con la voluntad de Dios y quienes no lo han hecho. Esta separación nos recuerda que no hay lugar para la neutralidad. Todos seremos clasificados en uno de estos dos grupos.
Este es un llamado serio a preguntarnos: ¿Estoy viviendo mi vida de manera que me asegure estar entre los justos?
Los justos son aquellos que, durante su vida, demostraron compasión y amor al prójimo. Jesús los felicita y les da la bienvenida a la vida eterna. ¿Por qué? Porque cuando vieron a alguien hambriento, sediento, desnudo, enfermo, extranjero o preso, lo ayudaron. Las acciones que describen a los justos no son heroicas o grandiosas, sino pequeños actos de amor y servicio a los demás.
Jesús revela que lo que hacemos por los más necesitados, lo estamos haciendo por Él mismo. Esta enseñanza subraya la importancia de vivir una vida de servicio y compasión. Es una advertencia para no ignorar las necesidades de los demás.
Por otro lado, los malvados serán condenados porque no mostraron compasión ni ayudaron a los necesitados. Al ignorar a los pobres, los enfermos y los prisioneros, también ignoraron a Jesús. El castigo para ellos será duro: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles». Estas son palabras estremecedoras que nos recuerdan la realidad del infierno y lo que significa rechazar el llamado de Dios a la compasión.
El pecado de omisión, es decir, el no hacer lo que es correcto, es una ofensa grave. No basta con evitar el mal; estamos llamados a hacer el bien, a actuar en favor de aquellos que sufren y a mostrar el amor de Dios a través de nuestras acciones.
El destino final de los dos grupos es claro: los justos recibirán vida eterna y los malvados serán castigados con el tormento eterno. Este versículo concluye con una de las advertencias más claras sobre el infierno en toda la Biblia. Jesús no lo presenta como una metáfora o un concepto abstracto, sino como una realidad que debemos tomar con la mayor seriedad.
Es por eso que debemos evitar en la mayor brevedad posible el camino que nos conduce al infierno. La vida es corta, y las decisiones que tomamos hoy tendrán un impacto eterno. Jesús nos invita a arrepentirnos, a vivir en compasión y amor, y a seguirle para evitar la condenación eterna.
El juicio final es una realidad ineludible, y nuestro destino eterno depende de las decisiones que tomamos ahora. Jesús nos ha mostrado el camino hacia la vida eterna a través del amor, el servicio y la compasión. Evitar el infierno requiere que vivamos de acuerdo con los mandamientos de Dios, mostrando misericordia y ayudando a los necesitados. Hoy es el día para tomar una decisión: ¿Viviremos como justos, listos para heredar la vida eterna, o ignoraremos el llamado de Dios y caminaremos hacia la condenación?
El infierno es real, pero también lo es el cielo. Jesús nos ha dado una advertencia clara y nos ha mostrado el camino para evitar la condenación eterna. Aprovechemos la oportunidad que tenemos ahora para arrepentirnos, cambiar y vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.