En el Centro Cristiano Elohim, donde la pasión es más que una emoción, vivimos una mañana transformadora. El ministerio de alabanza, ungido con la presencia divina, marcó el inicio de un culto especial, dirigido por la reveladora enseñanza de la pastora principal, Rvda. Mónica Durán de Gómez. En este momento de reflexión, profundizamos en la esencia del Espíritu Santo en la vida del creyente.
I. La Profecía Cumplida: La pastora nos instó a comprender que las circunstancias que presenciamos no deberían sorprendernos. La Biblia profetiza estos eventos para el cumplimiento de la palabra del Señor. Aprendemos a confiar, incluso en medio de los desafíos, sabiendo que el Espíritu Santo sigue obrando en nuestras vidas.
II. El Espíritu Santo: Epicentro de la Vida Cristiana: La enseñanza resaltó que el Espíritu Santo no es solo una fuerza motivadora en la iglesia, sino que debe ocupar el centro de nuestros corazones. Al reconocer su presencia, abrimos la puerta a una transformación profunda en nuestra vida espiritual.
III. La Conexión entre Acciones y Respuesta: La pastora enfatizó la íntima relación entre nuestras acciones y la respuesta del Espíritu Santo. Cuando pecamos, entristecemos al Espíritu Santo, pero su disposición para interceder revela su amor inmutable. Más allá de palabras convincentes, la morada del Espíritu Santo marca la diferencia en el ámbito espiritual.
IV. El Llamado a Ser Cristianos de Hechos: La enseñanza resonó con el llamado a ser cristianos de hechos, no solo de nombre. Se nos recordó que la proclamación no es suficiente; vivir según los principios revelados por el Espíritu Santo es esencial. La congregación fue alentada a mantener una expectativa constante y confianza en la obra transformadora del Espíritu Santo.
Conclusión: La mañana en el Centro Cristiano Elohim no fue solo un servicio dominical, sino una profunda enseñanza sobre la necesidad continua del Espíritu Santo en nuestras vidas. Que esta lección inspire a cada creyente a buscar una relación más profunda y activa con el Espíritu Santo, siendo cristianos de hechos, llenos de fe y confianza en todo momento.