Sumérgete en una de las historias más conmovedoras de la Biblia, donde Jesús, el Hijo del Dios todopoderoso, se cruza con una mujer que padecía de flujo de sangre. En una sociedad machista que la marginaba, esta historia se destaca por la restauración de la fe que Jesús brinda a esta mujer, reconociendo su importancia cuando otros le habían restado valor.
La Condición de la Mujer: Esta mujer había sufrido una enfermedad durante más de 12 años, perdiendo no solo sangre, sino también sus bienes en la búsqueda desesperada de una cura. La sangre, símbolo de vida y vigor, se convirtió en un recordatorio constante de su sufrimiento y soledad. Necesitaba sanar no solo físicamente, sino también en su ser interior, liberándose de la vergüenza y la baja autoestima que la enfermedad había traído consigo.
¿Cuál es Tu Condición? Reflexiona sobre tu propia condición. ¿Has experimentado pérdidas, ya sea de salud, bienes o autoestima? ¿Te sientes necesitado de sanidad en algún aspecto de tu vida?
La Acción de la Mujer: La fe de esta mujer la llevó a una determinación inquebrantable: «Si tan sólo tocare su manto, seré sana». Su paciencia, búsqueda y perseverancia activaron su fe, llevándola a tomar medidas con valentía.
Una Persona que Busca y Activa: Aquellos que buscan son humildes, reconociendo que las fuerzas humanas no son suficientes. La mujer se acercó con respeto y humildad, tocando el borde del manto de Jesús, activando su fe y protagonizando su propia historia de victoria.
Activando tu Fe: ¿Qué estás haciendo para activar tu fe? Sigue el ejemplo de la mujer. Acércate con paciencia, humildad y perseverancia. Declara positivamente, confía en la palabra y toma acción en busca de la promesa que está al alcance de tu fe.
Conclusión: La historia de la mujer con flujo de sangre nos inspira a despertar nuestra fe, incluso en medio de la adversidad. Activa tu fe, declara bendición y busca la promesa que espera ser descubierta en el borde del manto divino.